Nueva vida a los recuerdos
Para las nuevas generaciones, el uso de cintas de cassete resulta un tanto cuanto intrigante. Quienes crecimos con esta tecnología, sabiamos que en ellas podiamos almacenar toda clase de recuerdos, música, testimoniales y hasta programas de cómputo.
Y algunas cintas, se convertían en tesoros muy preciados.
Crear una buena cinta, era labor de toda una tarde: seleccionar las canciones de nuestros LP’s, e ir jugando alternadamente con ese dedo entre el RECORD y la PAUSA. El resultado de nuestra labor, era raro que se lo prestaramos a alguien; pero mas común que se lo regalaramos, especialmente a esa chica con la que estabamos quedando bien.
En mis cajas del tiempo, como llamo a esos depósitos plásticos donde guardo toda clase de recuerdos, he encontrado cintas de todo tipo, y que el empezar a escucharlas en algún viejo equipo, hace que me remonte a momentos que fueron muy especiales para mi. Por algo están ahi guardadas en esas cajas.
Aún tengo cintas en blanco. Uno las iba comprando en cajas de 10, y usándolas a discreción… o juntaba el dinero de los almuerzos no consumidos y comprado de una en una, según la ocasión. 60 minutos, 90 minutos o más. Normales, de Metal, de Cromo.. cuantos términos teníamos que ir aprendiendo para lograr siempre la mejor fidelidad. Con ellas, conocimos el concepto del DOLBY también. Reconociamos la calidad tambien por la marca de las cintas: TDK, SONY, BASF, AMPEX, MAXELL…
Recuerdo las tardes ambientadas en esas grandes grabadoras portátiles que cargábamos al hombro, y usaban esas enormes baterías tamaño D. Marcas como SONY, SANYO y PANASONIC dominaban el mercado y se ostentaban como el compañero de dias y noches en nuestras recámaras de adolescentes.
Con esas grabadoras descubrimos la ventaja de tener un TWEETER y una buena calidad en BAJOS.
Cuantas veces observaste el marcador de posición de la cinta, que cual odómetro de kilometraje del auto, nos permitía ubicar en donde estaba el inicio y el final de esa canción tan especial?
El primer WALKMAN de SONY. Por ahi lo debo de tener aun en otra caja. Un dia, el placer de escuchar música se convirtió en personal. Recuerdo que mi madre se refería a ellos como «TONTERIOS», por la cara que uno ponía al abstraerse enfundado en aquellos audífonos, del exterior. En realidad, se convertían en un gran escape de aquellas discusiones absurdas de familia… y nos convertiamos en dueños de nuestro propio espacio.
Un dia llegó nuestro primer auto. Y nuestra primera tarea, antes que arreglar la tapiceria rota de los asientos, o ese extraño silbidito que hacía el motor, era el cambiar el aburrido autoestereo AM, por uno que pudiera reproducir nuestras cintas de cassete… y un buen par de bocinas. Todos nos convertimos en técnicos instaladores, en aquellas tardes en las que acompañados de nuestros amigos (que usualmente no tenían aún auto), desarmábamos paneles y portezuelas, hacíamos adaptaciones en tablas de madera y escondíamos cables bajo las alfombras del auto para instalar aquella máquina de sueños compartidos.
Cuantos no pusimos aquellas tablas de madera forradas en tela, en ese pequeño hueco que quedaba tras el asiento trasero de nuestro vocho, y que resultaba perfecto como caja de resonancia?
Cuantos mas no pasamos tardes enteras con las portezuelas abiertas, frente a la casa de esa amiga especial, mientras arreglabamos el mundo escuchando a un Chicago, Stix, Marillion, Neil Diamond, o si el gusto lo ameritaba, en el jazz fusión de Spyro Gyra?
Cuantos más no sufrimos en medio del drama cuando esas cintas eran devorádas por un reproductor sucio, y reconocíamos al toque el inolvidable sonido del paso de la cinta que terminaba enrollada y rota en alguno de los pequeños rodillos?
Todos tuvimos que reparar una cinta alguna vez. Hacíamos magia con la cinta adhesiva y unas pequeñas tijeras, y sabiamos a detalle que relación tan cercana había entre un lápiz y un cassete.
El paso del análogo al digital tomó por sorpresa a mas de uno. Una mañana descubrimos que los CD’s eran la sensación, y que toda aquella música de cintas estaba destinada a ir buscando nuevos espacios. Grabar un CD resultaba mas sencillo, e incluso, algunos eran regrabables, de manera que si una canción no nos gustaba, podíamos simplemente remplazarla.
Los nuevos equipos, como el mostrado al inicio de esta nota, nos permiten incluso el digitalizar todas aquellas viejas grabaciones, y pasarlas de inmediato al iPhone, dándole nueva vida a los recuerdos.
Viejas tecnologías se fusionan con las nuevas. El diálogo de pulsos continúa…